Irresistible. Escenario cómplice de todo enamoramiento, de hecho no hay mejor cita para regalar a una mujer a la que se quiere conquistar, Orta San Giulio ha sido siempre espectadora de un tierno amor, de un primer beso, de una promesa de amor eterno. A los pies de las montañas situadas al oeste de la orilla piamontesa del lago Mayor se encuentra el lago de Orta, antiguamente llamado lago de San Giulio, el más occidental de los lagos prealpinos, originado en el frente meridional del glaciar del Simplón. Una extensión de agua con una pequeña isla en el centro, a sólo unas decenas de metros del pintoresco pueblo de Orta, que se alza en la orilla oriental del lago y muestra con orgullo toda su historia cristalizada en las callejuelas empedradas, los muros de piedra seca y los tejados de pizarra. En esencia, nada ha cambiado desde aquel septiembre de 1893 en que, en las aguas entre la plaza que domina el lago y la isla de San Giulio, se disputó la victoria en el campeonato europeo de remo. El primero de la historia. "El público acudió en masa - dijo al corresponsal de la Gazzetta Piemontese - en coches, omnibuses, landaus. Y los carteles colgados en las columnas del Palazzotto, antigua sede del gobierno, recordaban que, además de las regatas programadas para el Campeonato, se celebraría una Regata entre "las señoritas de la ciudad y los veraneantes". Los jóvenes se agolpaban en las orillas a la hora del entrenamiento".
Han pasado 123 años desde entonces, pero Orta no parece diferente. Las restauraciones han revivido los frescos de las fachadas y los antiguos rótulos, las casas están renovadas y bien cuidadas, el sabor de los pequeños jardines es idéntico, el transbordador que conecta el continente y la isla aterriza en la plaza exactamente igual que antaño. La sensación de contemplar de cerca el pasado es palpable. No hay metro cuadrado de este antiguo pueblo, vertical u horizontalmente, que no merezca ser observado. Cada casa, cada pared, cada tejado, cada jardín, cada pasillo está repleto de detalles. Tal vez porque la historia del pueblo es antigua y el rincón del mundo en el que vive está escondido, reservado, no es ruidoso. Como las callejuelas que dan al lago, con esos pequeños muros de piedra donde sentarse a contemplar la luna reflejándose en el lago, donde la oscuridad de la noche sólo se ve interrumpida por algunas luces lejanas o un pez saltando al agua o el balanceo de una barca. Un espectáculo personal, íntimo, acogedor, rebosante de dulzura y encanto, una atmósfera que conquistó Gianni Rodari que ambientó la novela Hubo dos veces Barón Lambert, o, Los Misterios de la Isla de San Giulio, entonces Umberto Eco que cerró el libro Número cero con la frase 'La isla de San Giulio volverá a brillar al sol". y en 2015 también Tornatore quedó encantado con este lago y lo eligió como plató para parte del rodaje de "La correspondenciaBorgo Ventoso es en realidad la isla de San Giulio.
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Festival de Jazz de Orta
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